«Meloni propone un giro sobre el modelo francés, que se debe al general De Gaulle (que no era un compinche de Mussolini). Su propuesta es más atractiva hoy que hace unos años, ya que los parlamentarios italianos no lograron elegir un nuevo jefe de Estado el pasado mes de enero y pidieron a Sergio Mattarella que siguiera en esa responsabilidad por un total de catorce años. En años anteriores, exponentes de la izquierda italiana también habían propuesto reformas no muy diferentes».
EL antiguo órgano del Partido Comunista Francés, ‘L’Humanité’, publicó un artículo de portada en agosto denunciando «les fasciste aux portes du pouvoir». Se utiliza un argumento ‘genealógico’ contra Meloni. En 2009, los dos partidos más importantes del centro-derecha italiano, Forza Italia (el movimiento de Silvio Berlusconi) y Alleanza Nazionale se fusionaron en una sola fuerza política, el Popolo della Libertà. Fratelli d’Italia surgió del final de ese experimento y reunió lo que había sido el componente de AN, a su vez, un partido heredero del Movimiento Social Italiano. El MSI había sido fundado en 1946 por veteranos del fascismo que no pretendían renegar de su pasado (la Constitución italiana prohíbe la reconstitución de un partido ‘fascista’, al menos de nombre). Si los pecados de los padres no deben recaer sobre los hijos, con mayor razón los de los bisabuelos. No cabe duda de que en Italia, como en cualquier otro país, hay un cierto segmento del electorado convencido de que no hay problema que no se resuelva con la llegada de un ‘hombre fuerte’ (o también una mujer fuerte). Sin embargo, una cosa es la palabrería de bar y otra muy distinta los planes para tomar el poder.
Continua a leggere l’articolo sul sito di ABC